viernes, 19 de octubre de 2012

¿Por qué el baloncesto y no el bádminton o el tiro con arco?


Aunque en otros momentos mi vocación de seudoescritor o contador de cosas (una cosa, dos cosas, tres cosas...) ha vivido por mejores momentos, hoy sin mediar aviso me sobrevino la inspiración al recordar que durante todos los años en los que llevo jugando o mejor dicho mal jugando baloncesto he conocido a multitud de personas y/o animales que practican tan noble deporte y me gustaría saber, ¿por qué el baloncesto? ¿Por qué no fútbol, petanca, tiro con arco, bádminton, esquí de fondo, ciclismo, patinaje artístico o lanzamiento de hueso de aceituna? ¿Por qué? Extraordinaria casualidad que hizo que todos nos conociéramos.

Todo empezó por el acicate que significaba tener en la familia a alguien que jugara baloncesto, en mis años pre-púberes eso de que mi hermano mayor jugara a baloncesto y que fuera el más alto del bloque, incluido padres, era más que suficiente para que todo Cristo te preguntara: Oye, niño, ¿tú también vas a jugar al baloncesto como tu hermano Josemi? O la más que absurda pregunta de: "Niño, ¿tu hermano mide ya casi los dos metros, no?". A lo que yo preso de mi incapacidad para calcular alturas cuando yo no rebasaba el 1,40 contestaba que sí o que le faltaba poco. Con los años comprobé que ni mi hermano ni yo jamás llegaríamos a los dos metros sin tacones.
También se juntaba otro condicionante, en los barrios obreros o de gente corrientita lo normal era darle patadas al balón en el escapado, a nadie se le ocurría botarlo con la mano y mucho menos ir a una tienda a comprar un balón duro, grande y de color zanahoria. Aquello era como declararte "rarito" de por vida. Mi barrio era un barrio humilde, de trabajadores de Cruzcampo, Gillette, CASA, FASA Renault, algún municipal, algún guardia civil, policías nacionales, etc. Había un poco de todo, pero todos eran curritos, no había ningún presidente de Coca-cola ni consejero delegado de alguna empresa participada por la Junta, es más en aquella época, eran tiempos de reivindicaciones, de protestar para que la empresa municipal de autobuses pusiera una línea de autobús que llevara al barrio, echarse a la calle por la autonomía y de mítines en los que iba un joven de Granada, de pelo ondulado y voz sentida que cantaba "La blanca y verde"...



Bueno, bueno, que me voy por las ramas, el caso era que por narices mi destino era jugar a baloncesto, con lo que eso significaba. Ya de por si era raro que te preguntaban si querías jugar al fútbol y dijeras que no, ahora, si además eras capaz de contestar diciendo que te ibas a buscar unas canastas para jugar al baloncesto ya eras el raro para toda la vida (sin connotaciones sexuales, ojo, aunque si es verdad que el baloncesto estaba muy asociado a colegio religioso de niñas de falditas tableadas).




Pues eso, que por narices me metí en eso de jugar al baloncesto, con lo que nunca conté es que lo que yo pensaba que me allanaría camino, para mí convirtió en algo que me quitó las ganas de jugar baloncesto un poco más en serio. A ciertas edades uno es fácilmente influenciable y cuando a uno le dicen algo, a veces no se lo toma de la mejor manera. Supongo que yo tendría nos 10 u 11 años y era finales de julio, un par de amigos y yo queríamos hacer la pretemporada con un club que entrenaba en lo que antiguamente eran las instalaciones de la Casa Cuna, el club se llamaba Bentomiz. Tanto mis amigos como yo nos llevamos varias semanas entrenando dos horas todos los días para intentar hacernos hueco en un equipo de nuestra categoría. Yo tenía un hándicap que a la postre jugó un poco en mi contra, mi hermano jugaba en categorías siguientes a la mía y bastaron algunos comentarios del tipo: "tu hermano de tu edad era mucho mejor" o "Jesús, el chaval que os entrena es un capullo, ese ha jugado conmigo y es más malo...". El caso es que entre todos la mataron y ella misma se murió.
Todo esto no hizo disminuir ni un ápice mis ganas de jugar, pero eso sí, yo pasé de seguir entrenando con el capullo, era jodido para mí, pero más jodido era escuchar como algunos me decían que si me esforzaba tendría un puesto y que lo que hubiera que pulir se pulía, pero yo pasé, al poco ya fumaba, bebía y me moría por tocar una teta y si eran las dos, MEJOR! Aún así seguí jugando y jugando, jugaba torneos de tres para tres, en alguno hasta quedé en buena posición y teniendo en cuenta que a esos torneos iban gente federada y con cierto nivel... pues le doy mérito, eah!




Ya después jugué municipales, en las que habré participado como en 15 temporadas, una barbaridad teniendo en cuenta de que empezaría a jugar municipales con 17 ó 18 años, la edad justa para comerte los mocos jugando al baloncesto, pero con la que puedes llegar a los partidos sin dormir, borracho y con marcas de chupones en el cuello.

Lo intenté con otras disciplinas, nadé e hice kárate, lo que todos intuiréis por mi flexibilidad y reflejos, pero no, tenía que ser el baloncesto.



Yo participé en la exhibición de la foto, aunque no se me ve muy bien.


¿Por qué el baloncesto? Porque sí, porque tenía que ser algo en lo que hubiera más de dos jugando, algo en lo que se puediera conocer gente, algo en lo que después de un partido te pudieras tomar dos cervezas o mil y mandar a la mierda la prima de riesgo, la niña de Rajoy y la tita de Alemania que se llama Ángela y se apellida Merkel.

Desde mi humilde posición de "pluma disléxica" de este vuestro blog os invito a que contéis eso de... "¿Por qué el baloncesto y no el bádminton o el tiro con arco?"

jueves, 18 de octubre de 2012

LAS ESPADAS EN TODO LO ALTO: 4-2



Partido serio, tosco, duro como siempre, pero sin polémicas.
No demasiadas.
Un match intenso e igualado, digno de un torneo de categoría  como el que se está jugando.

Media entrada.

La cancha en perfecto estado.

El resultado, empate. Fiel reflejo de lo acontecido durante los 60 minutos.

Aunque los blancos siempre fueron mandando en el marcador, los negros acortaban distancias y se ponían a rebufo para ver como ,nuevamente, los blancos se marchaban en el marcador.
El final fue vertiginoso, los blancos se dejaron ir y los negros, que solo tiran la toalla en el vestuario, consiguieron empatar al final del último acto que aquí, al contrario que en el teatro,  acaba cuando el telón sube.

Los actores.

Por un lado, los negros:
Juan Comandante, incansable, certero, pulmón.
Juan Carlos Pacharan, acertado, hombre de refresco, positivo.
Rafa Pipi, participativo, veloz, se volvió a salir por lesión.
Rafa Cheeseman, partido serio. Gran regreso.
Chico, crack en el tiro y en la transición.  Letal. Vuelve el pistolero.
Helen, mortal en el tiro.
Suso, grande en defensa y en ataque algo fallón.

Por otro, los blancos:
Juan Carlos Notario, no se cansa. Equikibrado.
Pedro, comienzo irregular, final en su línea, muy acertado.
Luis, protestón, seguro en defensa, fallón en ataque.
Cristobal, da igual si el que está enfrente es blanco o negro. El sólo mira sus colores.
Judith, poco participativa, su equipo le dio la espalda. El entrenador la mantuvo en el banquillo en exceso.
Juan Neves, conciliador, estilete en ataque, aguerrido en defensa.
David Palomero Iturriaga. El MVP de la jornada.

El próximo encuentro se nos antoja vital para el desenlace final, ya que una victoria de los blancos, dejaría sin opciones a los negros.
Esperemos que los puntos ganados en la cancha no se pierdan en los despachos, y el comité deje sin efecto las sanciones reflejadas en el acta.

El tercer tiempo dejó un primer boceto de  menú para el magno evento de la noche de Halloween.
Seguiremos informando.

Y para postre, este video que nos envía Aurelio.